El informe de la UNESCO de «Reimaginar juntos nuestros futuros» es un paso importante de buenas ideas, propuestas coherentes y reflexiones para la acción. ¿podrá superar la inercia de nuestros sistemas educativos? ¿de una sociedad cortoplacista y egoísta? Razones hay para ser optimistas, especialmente para un perseverante optimista como el que esto escribe.
El informe de la Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación de la UNESCO, «Reimaginar juntos nuestros futuros: un nuevo contrato social para la educación» es un inmenso esfuerzo de la imaginación creadora de todos los que participaron en él y una puesta a punto de esa línea casi siempre desdibujada entre la realidad y el pensamiento utópico. Lectura y acciones, consiguientemente obligadas.
En su metodología de presentación hay una parte que personalmente veo muy acertada: todos los capítulos o secciones de las Partes II y III tienen unos «principios para el diálogo y la acción» que son un aporte que no había visto ni en la visión de Edgar Faure de su Aprender a Ser (1972), ni en la Educación Encierra un Tesoro (1996) de Jacques Delors, aunque esta última apuntaba a algo parecido con sus apartados de lo que denominábamos “Pistas y recomendaciones”.
Precisamente, este nuevo Informe no se queda sólo en planteamientos teóricos, sino que visualiza en una buena parte acciones concretas, como tampoco va dirigido directamente como los otros informes previos a las instancias gubernamentales o ministerios. Es una invitación a todos, a la sociedad civil a dar un salto exponencial para seguir reflexionando y especialmente actuando. Por ello, y siguiendo la recomendación del epílogo del Informe, que nos invita a sumar, a dar aportes de ideas y acciones, me tomo humildemente la libertad de hacerlo en los dos aspectos siguientes.
El continuo educativo
El informe de UNESCO si bien apunta a la secuencia de los diferentes niveles de la educación no hace suficiente énfasis en el “continuo educativo”, concepto al que ya se refería en su momento Xabier Gorostiaga (1998), interpretando la falta de ese continuo para poder aparejar la educación y el desarrollo. Este concepto no apunta a dividir la educación en compartimentos estructurales, en compartimentos aristocráticos, en compartimentos disfuncionales. El aprendizaje a lo largo de la vida requiere entender que al ser humano no se le educa para la vida, aprende dentro de la vida misma: desde menos nueve meses hasta el momento de su periplo vital.
Una prueba fehaciente de las implicaciones que tiene para el sistema formal de la educación la no adopción del «continuo educativo» es el divorcio existente entre la educación infantil, básica, secundaria o media, FP y superior. No existe continuo real, sino artificial. No hay continuidad ni en profesores, ni en estudiantes, ni en métodos, ni en el currículo o planes de estudio. Tampoco en sistemas de equidad y remuneración, ni en infraestructuras, por ejemplo. Hasta los sistemas gubernamentales dividen la educación en dos o más ministerios, generando discontinuidades y disfunciones. ¿Imaginan que esto sucediese con los ministerios o departamentos de salud de nuestros gobiernos?
Es por eso que al reimaginar la educación, tal y como nos invita a hacer la UNESCO, estimo que es fundamental retomar el concepto de Aprender a Ser como genuina educación permanente, como aprendizaje a lo largo de la vida. Transcurridos 50 años desde su formulación, sigue y seguirá plenamente vigente porque es un concepto atemporal. Valga la pena insistir que cambiar no sólo es innovar, transformar o mover hacia delante o hacia atrás. Es también mantenerse en el mismo lugar. Con ello también insisto en esa posición que considero esnob en informes de investigación o ensayo, de citar siempre lo último desligado de lo primero. Cuántas veces los que escudriñamos habitualmente en los trabajos y proyectos de investigación, sabemos que no siempre estamos en capacidad de afirmar que lo más reciente es lo mejor ni lo que está más al día: muchos estudios son una distorsión de las ideas o simplemente una repetición de los resultados previos de otras investigaciones.
La desfragmentación del sistema reglado o formal de la educación, con múltiples certificados, exámenes, titulaciones intermedias y «terminales», planes de estudio inconexos e interruptores del aprendizaje continuo, conlleva al gran fracaso de nuestros sistemas educativos en el mundo. Es parte causal, además, del divorcio entre educar para la vida y educar dentro de la vida; entre el aprendizaje para la planificación predictiva obsoleta, y el aprendizaje para resolver situaciones en un mundo que tiene siempre a la incertidumbre como parte de su esencia.
Educación intergeneracional
El Informe de la UNESCO sobre los futuros de la educación tiene una atinada referencia a la insistente necesidad de desarrollar la educación en el contexto de la comunidad educativa. Expresa como esencial que todos puedan (deban) participar en la construcción de los futuros de la educación. La intención está plasmada en el Informe. Pero como psicólogo echo en falta, la dedicación a fondo de un capítulo o sección, o un simple apartado al tema que nos preocupa. Por un lado, a la educación intergeneracional, a la educación en doble vía de las relaciones de niños y adultos, y por otra, a la construcción de relaciones interpersonales, cognitivas y afectivas, entre los progenitores, padres, madres, tutores, cuidadores, mentores y los estudiantes, especialmente en sus edades tempranas.
Se debe retomar el concepto y su implementación de las escuelas «para y de» padres y madres, empezando con el hecho de que, en los propios sistemas formales de educación de los jóvenes, potencialmente progenitores, no se aprenden las responsabilidades biológicas, psicológicas, de salud, económicas, sociales y éticas de lo que constituye traer a este mundo una nueva vida. Es decir, es absolutamente necesario ahondar en reflexiones y acciones para la paternidad y maternidad responsables y para la cooperación entre docentes, estudiantes y padres.
No existe en los programas de estudio el alcance de una educación para la población juvenil que le permita conocer en profundidad las consecuencias de la procreación y la responsabilidad ética de sus decisiones. Al igual que sabemos en psicología de la dificultad de tratar una persona en el vacío, sin la consiguiente comprensión de las interrelaciones que le son propias, así tenemos que abordar los procesos educativos como consecuencia de las interrelaciones personales, familiares, sociales y culturales. Esto lo sabemos todos, pero por eso mismo, es necesario profundizar en el tema parental e intergeneracional más de lo que hace el informe, que casi me atrevería a decir, que lo pasa de puntillas.
La brecha intergeneracional es parte del continuo educativo o, mejor dicho, del «discontinuo educativo». Por ejemplo, ni a los niños y las niñas se les ayuda a entender a los jóvenes, ni a estos a la población infantil. Y mucho mayor es la brecha entre los adultos y los jóvenes y los adultos y niños. Existe un gran problema de comunicación. Siempre lo ha existido, pero ahora mucho más con los cambios exponenciales del propio sistema de compartir conocimientos, creencias, opinión y actitudes. Esto genera conflictos intergeneracionales que son en buena parte debidos a la carencia de un sistema educativo que lo largo de la vida reduzca estas brechas entre generaciones y que permita combinar la intrepidez necesaria del avance juvenil y el valor de la experiencia. Así como también, el valor de los padres y educadores capaces de penetrar en el mundo de niños y jóvenes para aprender de ellos. Un proceso educativo que les ayude a trabajar y crear juntos a personas de diferentes generaciones. En la actualidad, nuestros sistemas no se aprovechan de las ventajas de esta simbiosis y esto no sólo retarda el crecimiento, sino que pone en peligro el equilibrio.
Quizá esté pensando fuera de la caja negra, pero quisiera augurar, para el futuro que veremos, la eliminación progresiva de certificados en el sistema educativo y en los grados terminales universitarios (licenciatura, maestría y doctorado). Ojalá sean reemplazados por una educación más integral, ajustada a las necesidades de las personas y de la sociedad, y especializada a lo largo de la vida (ninguna a expensas de la otra). Esta formación integral debe fomentar la construcción sin pausa de competencias intergeneracionales, competencias para aprender a cuidar a la naturaleza y a las personas. Se requerirá estar al día en el campo de conocimiento escogido y en otras disciplinas complementarias, así como en las competencias éticas y estéticas. En ese futuro, la evaluación permanente de competencias educativas, escolares, académicas y profesionales irá reemplazando el sistema de certificados y grados. El único grado terminal será el que alcanzamos con el certificado de defunción.
Mucho habrá que recorrer. Se deberá como en la Alicia de Lewis Carroll, no parar de correr nunca para poder estar en el mismo lugar, pues si uno se detiene, se quedá atrás. Regreso a la idea con la que inicié este artículo. El Informe de «Reimaginar juntos nuestros futuros» es un paso importante con buenas ideas, propuestas coherentes y reflexiones para la acción. Falta saber si podrá superar la inercia de nuestros sistemas educativos, propios de una sociedad cortoplacista y egoísta. Razones hay para ser optimistas, especialmente para un perseverante optimista como el que esto escribe.
Referencias
Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación, UNESCO (2022). Reimaginar juntos nuestros futuros: un nuevo contrato social para la educación. Madrid: Fundación SM.
Delors, Jacques et al. (1996). La educación encierra un tesoro. México, D.F. Dower internacional.
Escotet, Miguel Ángel. (1992). Aprender para el futuro. Madrid: Alianza Universidad.
Faure, Edgar et al. (1972). Aprender a ser. Madrid: Alianza Universidad.
Gorostiaga, Xabier (1998). En busca del eslabón perdido entre educación y desarrollo. Buenos Aires: Universidad de Morón y GULERPE.
Reimers, Fernando M. (Ed.) (2022). Diálogos por un nuevo contrato social para la educación: opciones para reimaginar juntos nuestros futuros. Boston: Creative Commons Attribution License, Independently published.
©2022 M. A. Escotet. Todos los derechos reservados. Se puede reproducir citando la fuente y el autor. Esta es la versión extendida. La versión original reducida de este artículo ha sido publicada por ElDiario.es (Madrid, España), el 26 de noviembre de 2022 y puede leerse aquí.
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